Una puerta hacia el recinto da paso a los espíritus que crean lo colectivo.
Algunos al tocarse se dan cuenta de sus múltiples cuerpos, de las familias internas que cada uno trae adentro. Fractales colectivos. La puerta hacia lo profundo pasa por la reacción que se genera en la interacción, por la consciencia del cuerpo del dolor.
Un viento entra al recinto y trae miedo con él, los espíritus se desconectan y piensan que están solos en aquel lugar. Algo emerge y hay una oportunidad de retornar a aquella escucha de la sabiduría primal.
¿Dónde se me quedo la poesía? Una parte creció tanto, controlando tanto que me olvidé de ella, de la cura que es escribir, de los conocimientos y sabiduría de mi propio sistema.
Un espíritu susurra: “qué nadie se quede atrás”. Otro dice: almas, vamos juntas.
La palabra que lo crea todo, la palabra incómoda que a la vez libera, la palabra que nos recuerda que no estamos solos en aquel reciento, la palabra que también nos recuerda lo importante que es el silencio, de sentir e intencionar antes de hablar.
Algo se develo, algo se abrió para poder seguir dándome cuenta, para poder escuchar los fractales de lo colectivo.
Claudia Sanchez
24 de abril, 2024
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