Hace unas semanas, pasé tiempo con Fabiola Fuentes en Valledupar. Fabiola es entrenadora internacional de Comunicación No Violenta, es colombiana y es alguien a quien admiro por su trabajo creando espacios de diálogos que transforman. Podría decir que su especialidad es la escucha y cómo poder abrir espacios donde la escucha se dé a través de preguntas que guíen e inviten conversaciones que le importan a las personas.
Fabiola me contó una historia de un río, de la compasión y la sabiduría. Cuando empezamos a aprender la Comunicación No Violenta, hay un énfasis en la escucha y la empatía, en darnos espacio para escucharnos a nosotros mismos. Hay como una segunda fase de aprendizaje, y esta es la expresión honesta. Hay un tiempo donde ser honestos con cuidado y empatía es como hacer malabares, tratar de sostener varios elementos (necesidades y estrategias) en el aire, no dejar caer ninguno. Cuidar mis necesidades, escucharlas, escuchar las de los demás, cuidarlas y luego, ver juntos estrategias que nos sirvan a todos.
Regreso al cuento de Fabiola sobre la sabiduría y la compasión. Y el tema es que encontrar el balance entre escuchar y expresar, empatía y honestidad, necesidades y estrategias, requiere sabiduría. Conectarse con lo que es realmente importante, con la fuente o causa de un problema, con ese sentido común que nos permite no solo aliviar síntomas, sino ir a la raíz, ver qué es la causa de malestar o el bloqueo a la satisfacción de las necesidades y pensar, ser creativos, actuar.
Sentarnos a llorar con el otro puede ser una manera, sentarme a escucharlo, acompañarlo, luego, es importante que la compasión nos lleve a la acción, está lista la persona para hablar de estrategias, quiere escuchar nuestras ideas, necesita que la acompañemos en esto?
La verdadera compasión, va acompañada de la sabiduría, de la acción que no solo reconoce necesidades y sentimientos, sino que también actúa.
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