La Sombra
Cuando la vi me asusté. Quería que se sanará, que cambiará, quería resolver lo que fuera que la tuviera en ese estado. Una parte de mi incluso pensó que no hacia parte de mí, que era algo que alguien más había implantado en mi, casi como brujería. Mi primera reacción fue rechazo y quererla cambiar. Esa parte que emergió es una parte que esconde varios patrones que dificultan la conexión, la intimidad, la comunicación, la autenticidad. Es una parte que está hambrienta de tanto, una parte que siente el vacío, el efecto de una sociedad que habla de narcisismo, de toxicidad, de alejarnos para no sufrir, que nos lleva a estar cada vez mas solos para poder estar "bien". Ese ser que hace parte de mi sombra se quedo sin piel, está desnutrida, sola, temerosa, frustrada y herida. Es difícil nombrarla, es difícil traerla a la superficie porque es fea, yo la veo fea y cualquiera que se relacione con ella, tal vez la vea igual.
En los caminos espirituales y terapéuticos se habla de la sombra, pero siempre fue un concepto para mí, algo que tomaba ligeramente y que nunca me toco realmente. Al poderla ver gracias a los Sistemas de la familia interna, hice contacto, pude conversar con ella y verla concreta; con un cuerpo y un sentir.
Me tomó unos días poder entenderla, poder empatizar, querer escucharla, pude escuchar en mis patrones autodestructivos su voz, su dolor, poder sentir su vacío, poder empezar a hacerme preguntas, poder dejar emerger una auto-empatía profunda. Al emerger, parece que los patrones se han exacerbado, me siento vulnerable, expuesta, caótica, melancólica. Me veo actuando y haciendo conexiones de como mi sobra busca lo que necesita de formas que no cuidan a todo el sistema. Me veo comiendo para llenar vacíos que no se llenan con comida, vacíos de conexión, de intimidad, de conexión, de amor en entornos complejos con personas que posiblemente tienen partes que les impiden conectar plenamente, que probablemente sienten mi sombra, su presión, su energía, su miedo, su confusión y lo identifican como banderas rojas. Sombras que se encuentran y nos dejan alejados, incomunicados, adoloridos.
No es fácil hablar de ella sin sentir vergüenza, pero he entendido que necesita hacerse visible, ser escuchada, ser dignificada. La veo, reconozco que está acá conmigo y me abro a escuchar cuando este lista para dejarme conocer aquello que necesita, aquello que le duele, aquello que le pasó e hizo que se formara. Siento que es un camino para notar que me impide fluir más, relacionarme más sanamente conmigo y con otros. Son procesos profundos que van más allá de un modelo, son aguas profundas que necesito navegar para dejar que mi comunicación sea plena, sincera y certera, que mis relaciones florezcan y se profundicen.
Claudia Sánchez
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