Si alguna vez te has debatido entre decir o no decir algo por la posibilidad de que sea recibido de una manera que tal vez no quieres, este artículo sobre honestidad empática es para ti.
Nuestra mente tiene varias funciones para ayudarnos a funcionar en la vida y analizar, sopesar, juzgar, comparar y etiquetar son maneras que tiene la mente para ayudarnos a sobrevivir en el mundo. El poder observar y elegir lo que nos gusta y no nos gusta puede venir de estas funciones al igual que de la percepción de los sentidos. Los sentidos nos ayudan a percibir los estímulos y el cuerpo nos dará señales; otra manera en que el cuerpo nos ayuda a sobrevivir en el mundo. La mente tiene otras dos funciones importantes: la atención y la capacidad de enfocarse.
Cuando estamos en una conversación por ejemplo, la mente que analiza, juzga y compara, los sentidos y la mente que observa, está atenta y se enfoca están activas al mismo tiempo. Tal vez el estímulo que recibimos al escuchar al otro o a lo que nos decimos al escuchar al otro nos llevará a juzgar o querer decir "nuestra verdad". En ese momento, tal vez nuestra necesidad de honestidad y autenticidad nos hará tener un nudo en la garganta y querer sacarlo de nuestra garganta. Tal vez, nuestra boca permanecerá callada porque nuestra necesidad de conexión y cuidado del otro o el vínculo que existe entre nosotros nos hará callarnos.
¿Cómo encontrar el equilibrio? Hablar nuestra verdad y a la vez cuidar nuestras relaciones. Acá entra la honestidad empática, imaginemos que tenemos una torre de control que observa, está atenta y puede enfocarse. Luego tenemos varios canales donde están sucediendo diferentes conversaciones. Tenemos lo que piensas, lo que dices y lo que escuchas. También podemos tener lo que piensas que el otro puede estar sintiendo y pensando, también tienes lo que sientes y aquí no solo me refiero a sentimientos, incluyo sensaciones corporales. Si lo vemos son muchos frentes que parecen difíciles de manejar.
Hay un lenguaje en común que puede ayudar a que estás distintas conversaciones entren en sinergia. Traducir lo que piensas y sientes a necesidades básicas universales y tratar de imaginar las necesidades del otro a partir de sus palabras y expresión corporal.
Por ejemplo puedo estar hablando con alguien y juzgarlo como aburrido, inmaduro y pesimista o contarme historias como "siempre la misma cosa, siempre con sus historias depresivas", puedo llevar mi atención a la respiración, a las sensaciones corporales y tal vez notar que siento un peso en la espalda y cansancio o tensión. Luego, puedo preguntarme: qué estoy necesitando en este momento.
Las necesidades pueden entenderse como la energía de la vida moviéndose, como comunicados de nuestro ser más auténtico. Tal vez, en el ejemplo anterior, queramos tranquilidad, sentido, esperanza, crecimiento, tal vez encontremos ganas de contribuir y frustración al no saber cómo ayudar a está persona. También podemos imaginarnos que puede estar necesitando esta persona, tal vez necesite apoyo, afecto, cercanía, compartir sus emociones.
Esta manera de "traducir" a la que nos invita la Comunicación No Violenta, nos ayuda a ir más allá de la tendencia a criticar o criticarnos e incluir lo que nos pasa en la vida como una expresión de la vida misma que está allí para ayudarnos a elegir lo que queremos y expresar nuestro ser auténtico.
Claudia Sánchez
Comunicación Plena
Comunicación No Violenta en Colombia
Contacto: +573196500685
Comments